De herramienta útil a 'enemigo': lo que jamás deberías meter en el microondas
El microondas, una herramienta cotidiana en nuestras cocinas, es un electrodoméstico que requiere cierto conocimiento. Se pueden producir llamas, explosiones y liberar imperceptiblemente sustancias tóxicas cuando ciertos alimentos se meten en el interior sin la debida precaución.
Mediante la ciencia, las recomendaciones de seguridad alimentaria y las experiencias de cocineros desafortunados, podemos descubrir qué alimentos es mejor evitar y no calentarlos con este eficiente, pero a veces impredecible, aparato eléctrico.
Alimentos que tu microondas no quiere ver
La idea de cocer un huevo en el microondas puede parecer tentadora, pero es mejor desterrarla para siempre. La rapidez con la que este aparato genera calor convierte la cáscara en una trampa de presión, llevando al huevo a una explosión inevitable. Más allá del desorden y la pérdida de comida, esta experiencia puede terminar con quemaduras si se intenta manipular el huevo antes de su estallido.
De hecho, esta misma precaución se extiende a otros alimentos con cáscara o piel, como ciertos embutidos o frutas. En caso de ser necesario calentarlos, una incisión previa permitirá que el vapor se escape. Por sorprendente que parezca, las uvas pueden causar problemas particulares: lejos de convertirse en pasas, al ser calentadas en el microondas pueden incendiarse y generar plasma.
Las carnes procesadas como el beicon, el rosbif y las salchichas, se benefician de la cocción a fuego lento en estufa u horno. El microondas, aunque es ágil, podría traicionar tanto el paladar como la salud, dando lugar a productos de oxidación del colesterol, unos invitados indeseables que la ciencia asocia con enfermedades coronarias. Y las consecuencias no terminan ahí: también puede contribuir a la inflamación y la acumulación de placas en las arterias. Por lo tanto, si no te queda otra opción que recalentar la carne, se sugiere optar por el horno o el guiso.
Los vegetales de hoja verde, como la lechuga, la col rizada y las espinacas, ocultan un secreto sorprendente. De hecho, la evidencia científica sugiere que algunas de estas verduras pueden generar chispas o incluso incendiarse al exponerse a las ondas de los microondas, una situación inesperada que merece atención. Lo mismo ocurre con el brócoli. Pariente de la col rizada, no solo puede quemarse en el microondas, sino que también pueden destruirse sus componentes nutritivos y convertirse en sustancias tóxicas peligrosas.
Se debe tener especialmente cuidado al calentar en microondas cualquier alimento que contenga pimientos picantes, pues la acción de abrir el electrodoméstico puede desencadenar una sensación dolorosa. La capsaicina, ese alcaloide presente en estos vegetales, se transforma en un arma volátil. La liberación de sus vapores puede provocar una fuerte irritación en ojos y garganta, un efecto comparable a un aerosol de pimienta, que puede dejar a las personas al borde de las lágrimas y con una necesidad imperiosa de estornudar.
No hay que ser demasiado escéptico al respecto: incluso hubo un precedente en el que se evacuó todo un bloque de apartamentos en EE.UU. debido a que los pimientos cocinados en el microondas causaron problemas respiratorios a los residentes.
Algo más a tener en cuenta
Se debe tener presente que algunos recipientes no son seguros para el microondas. Se recomienda evitar calentar alimentos en platos con metal, incluido acero inoxidable o papel de aluminio. El metal refleja las ondas del microondas, causando chispas, sobre todo si tiene bordes afilados.
Los recipientes de plástico destinados a calentar alimentos en microondas deben poseer una identificación clara que garantice su idoneidad. Muchos plásticos no toleran temperaturas superiores a 80 grados y, al calentarse, liberan fenoles y otras sustancias tóxicas cancerígenas para el hígado y el estómago.
El microondas, un aliado poderoso en la cocina, puede convertirse en una fuente de peligro si se descuidan las medidas de seguridad. Es crucial, por ende, asegurarse de que cada producto que se introduzca en este electrodoméstico sea apto para su calentamiento y acatar las indicaciones del fabricante.