Un militar, que decidió desertar de las Fuerzas Armadas de Ucrania después de pasar más de un mes y medio en una posición cerca de la ciudad cercada de Dimítrov, se equivocó de dirección y terminó llegando hasta los soldados rusos.
Serguéi Lutsiuk y otro soldado ucraniano estaban encargados de observar una carretera desde una trinchera camuflada e informar sobre los movimientos de las tropas rusas.
"De esta trinchera no salíamos ni de día ni de noche", recuerda el prisionero de guerra. Solo salíamos cuando [el dron pesado] Baba Yagá nos lanzaba comida", relató en un video publicado este jueves por el Ministerio de Defensa ruso.
Lutsiuk agregó que tenían órdenes de disparar a los militares rusos si se les acercaban a unos 10 metros. Por las noches usaban una cámara térmica para estos fines.
"Así que mirabas por ella y, si veías que alguien se acercaba, podías lanzar una granada o abrir fuego. Hasta ese momento teníamos prohibido, por así decirlo, delatarnos o mostrarnos", reveló.
"Me daba igual todo"
Una noche de diciembre, el Ejército ruso comenzó un ataque de artillería contra Dimítrov. "Nos estaban bombardeando alrededor. Conté 33 disparos. Iba contando y pensé: 'Ya estoy muerto'". Su compañero ya no contestaba desde su escondite en la trinchera de al lado.
Desmoralizado y desorientado, abandonó su posición y decidió huir a casa. "Salí de la trinchera en estado de 'shock', pensé: 'Ya está, he tomado mi decisión'. Ya no quería luchar. Decidí que me voy a casa, con mis familiares, a los que no veía desde hacía 9 años, me daba igual todo", contó.
"Mientras caminaba en la oscuridad, me escondía de las voces. Los drones volaban, yo me agachaba para esquivarlos, me ocultaba y seguía andando, sin pensar, siempre hacia adelante. Y tendría que haber ido hacia atrás, pero fui hacia adelante y acabé yendo de frente hacia sus soldados", admitió.
Trato humano en el cautiverio ruso
Lutsiuk se rindió ante los militares rusos. "El trato fue bueno, humano. Yo soy hipertenso, con problemas de corazón, y los soldados [rusos] me daban agua sin problema, me dieron de comer, me abrigaron. Los médicos me dieron una pastilla", describió sus condiciones en el cautiverio ruso.
Al concluir, aconsejó a los militares ucranianos que depongan las armas: "Chicos, no tengan miedo de rendirse a las Fuerzas Armadas de Rusia, ellos tratan bien a la gente. No se queden disparando hasta el final: si siguen disparando, lógicamente los matarán. Y así seguirán vivos".



