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Fronteras de esperanza y riesgo

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La libertad de tránsito entre Perú y los países vecinos conlleva beneficios económicos y sociales. En las localidades fronterizas confluyen actividades diversas, desde el comercio hasta la atención médica; sin embargo, en algunas zonas, esta dinámica se ve afectada por un peligro latente. La escasa presencia del Estado ha permitido que la inseguridad, el crimen y el narcotráfico ganen terreno, transformando la vida cotidiana de sus habitantes en una lucha por sobrevivir.

Perú comparte más de 7.000 kilómetros de fronteras terrestres con Brasil, Chile, Ecuador, Colombia y Bolivia. Allí, donde el mapa termina, la vida diaria está marcada por batallas sin ejércitos: contrabando, inseguridad, migración y oportunidades precarias.

Pomata–Desaguadero: un río de truchas y trueque

Antes del amanecer, pescadores de Pomata cargan hasta 600 kg de trucha en camionetas. Las piezas pequeñas cruzan discretamente la frontera boliviana a 11 soles el kilo (apenas 3 dólares) mientras las grandes quedan en el mercado local. A unos 40 minutos, en el puente internacional de Desaguadero, miles de aymaras empujan carretillas en las ferias de los martes y viernes. Zapatos chilenos, muñecas cholitas hechas en La Paz y todo tipo de mercancía cambian de manos sin que el río detenga el flujo.

Tacna–Arica: consultas médicas y gastronomía

A 300 km al sur, la frontera con Chile muestra otra dinámica. Tacna se ha convertido en un oasis sanitario: limpiezas dentales que en Chile cuestan el triple, implantes dentales y consultas "exprés" seducen a pacientes como Claudia Bustos, que cruza el desierto para ahorrarse tiempo y dinero. La gastronomía completa el viaje: ceviche "con poco ají" y música criolla en restaurantes que ya afinan sus cartas al paladar chileno.

Santa Rosa: la triple frontera que clama por la presencia del Estado

En plena Amazonía, Santa Rosa (2.500-3.000 habitantes) queda a 5 minutos en bote de Brasil y Colombia. Allí se desayuna en Perú, se almuerza en Brasil y se cena en Colombia. La Alcaldía solo dispone de dos motocicletas policiales, un colegio y un puesto de salud para 13 comunidades. Tras una polémica por parte de Bogotá sobre la soberanía de la isla, el Congreso peruano aprobó convertirla en distrito, pero el presupuesto sigue siendo irrisorio: 7.500 soles mensuales. Mientras tanto, el narcotráfico merodea la cuenca del Amazonas.

Aguas Verdes–Huaquillas: la puerta norte bajo amenaza

En Tumbes, la crisis de seguridad que azota a Ecuador se filtra cada día por el puente de Aguas Verdes. El alcalde local denuncia extorsiones, bombas y una ciudad binacional de 150.000 habitantes sin estrategia nacional. Mientras, el alcalde de Papayal vive escoltado las 24 horas. Un coyote reconoce que paga cuotas a comisarios y mueve 10-20 migrantes por noche a través de pasos angostos que incluso la Policía admite no controlar.

Más allá del mapa

"Cualquier persona puede pasar por cualquier lugar", resume un coronel en Tumbes. Esa frase podría aplicarse a cada límite peruano. Sin presencia estatal, las fronteras se convierten en corredores de contrabando, consultorios improvisados, enclaves olvidados o rutas migratorias. Allí no hay bombardeos ni tanques, pero miles de peruanos libran a diario una batalla por sobrevivir en los confines del país.

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